El 2020 no ha sido un año fácil para las familias y la economía boliviana. Desde el golpe de Estado de 2019, el gobierno de facto implementó un cúmulo de políticas encaminadas a desmantelar el Estado Plurinacional y nuestro Modelo Económico Social Comunitario y Productivo (MESCP). A esto, sobrevino la pandemia COVID19 demostrando la incapacidad del gobierno de facto para la implementación de políticas humanitarias, transparentes, y planificadas. Durante 13 años consecutivos (2006-2018), el MESCP fue artífice del crecimiento y la estabilidad económica inéditos en la historia económica de Bolivia. En este periodo, Bolivia fue líder del crecimiento económico regional. El MESCP fue un paradigma novedoso para el mundo al demostrar que el crecimiento y la redistribución de la riqueza no están reñidos, al contrario, ambos objetivos se pueden alcanzar simultáneamente.
El MESCP fue una respuesta auténticamente boliviana al credo neoliberal diseminado por organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI). De hecho, el periodo neoliberal en Bolivia (1985-2005) fue desastroso; el capital transnacional replicó las dinámicas añejas de fuga de excedentes al exterior e incrementó la desigualdad económica y social. Con la nacionalización e industrialización de los recursos naturales, el MESCP redistribuyó los excedentes a los sectores generadores de ingresos y a la población más vulnerable de Bolivia, fortaleciendo la demanda interna como base del crecimiento económico con justicia social.
