Durante los últimos años, varios países especialmente en desarrollo han experimentado crisis bancarias y de tipo de cambio que exigieron retomar el debate sobre la adopción de un sistema cambiario adecuado para enfrentar estas situaciones. Como se sabe, un sistema o régimen cambiario es simplemente la forma en la que un país determina el tipo de cambio de su moneda con respecto al resto de monedas.
De acuerdo a una importante corriente de economistas, los sistemas de tipo de cambio fijo o vinculados fueron un factor en las crisis financieras más importantes como las de México en 1994, Tailandia, Indonesia y Corea en 1997, Rusia y Brasil en 1998, Argentina y Turquía en 2000 nuevamente Turquía en 2001.
Más aun, para muchos economistas estas crisis eran signo que la apertura del mercado de capitales y la liberalización financiera, la independencia de la política monetaria y los tipos de cambio vinculados eran incompatibles, Esta no era la primera vez que se observaba una situación similar, muchos paises industrializados registraron situaciones similares con Bretton Woods y en más recientemente en Europa en 1992.
En este sentido, muchos países procedieron a modificar paulatinamente sus regímenes cambiarios dirigiéndolos hacia uno de los dos extremos del abanico de posibilidades que existe en materia de política cambiaria. Esta situación se la denominó el Enfoque Bipolar, es decir la hipótesis de que un régimen intermedio entre un vínculo cambiario rígido (hard peg) y un régimen de flotación libre no es viable, por lo que los países deberían inclinarse por uno de los dos extremos.
Por tanto, el debate entre los economistas debería concentrarse en la discusión de las ventajas y desventajas del sistema cambiario rígido y el de flotación libre.
De acuerdo al Enfoque Bipolar, sólo los sistemas cambiarios rígido y de flotación libre son compatibles con el actual nivel de integración de los mercados financieros y aquellos países que presentan un alto grado de movilidad de capitales deberían abandonar los regímenes intermedios que existen entre estos dos extremos.
Por otra parte, trabajos como los de Calvo y Reinhart (2000) y Hausmann, Panizza y Stein (2000) demostraron que en realidad muchos países que se adscribieron al régimen de flotación libre, continuaban adoptando un régimen intermedio por el “miedo a flotar” (fear of floating). De acuerdo a este enfoque, los países con elevada deuda en moneda extranjera no coberturada que provoca una elevada exposición al riesgo
cambiario, tienen un incentivo a vincularse a la moneda extranjera en la cual están denominado sus pasivos, aun si estos países adoptaron oficialmente (de jure) un régimen de flotación libre.
Por tanto, en el análisis de los diferentes sistemas cambiarios adoptados por los países, se debe distinguir entre los regímenes de jure y los de facto. Es decir, aquellos que oficialmente están establecidos en la política económica (de jure) de aquellos que efectivamente se dan en la práctica (de facto).